Sueño en el pabellón rojo (红樓夢, Hong Lou Meng), también conocida como Historia de la piedra (石头记, Shitou Ji). Esta obra, escrita a mediados del siglo XVIII y en el chino coloquial, vernáculo, está considerada como una de las más importantes de la literatura clásica china representando la cúspide de la novela en China de todos los tiempos. Para situar esta obra en un contexto más próximo a nuestra cultura podríamos decir que se trata del Quijote para los chinos, obra que es imprescindible conocer para declararse a uno mismo conocedor de la cultura de este país.
Cao Xueqin, cuyo nombre original Cao Zhan, fue el autor de esta obra. Pertenecía a la etnia Han, en una época en la que el control sobre todos los aspectos sociales y económicos estaban bajo el poder de los manchú, que dieron lugar a la dinastía Qing (1723-1763). Se dice que fue descendiente de una gran familia destronada y que en su obra cuenta, de alguna manera, su situación propia y la decadencia de los suyos.
La novela no está escrita en su totalidad por Cao Xueqin, solo los primeros 80 capítulos, y que al igual que ha ocurrido con muchos grandes artistas como Goya o Kafka, no vio publicada su obra en vida. Años más tarde, Gao E. añadió 40 más para terminar la novela original.
La importancia de esta obra, que será analizada en algunos de sus ámbitos más tarde, es tal que dio lugar a un fenómeno llamado Rojología, estudio de Humanidades que se realiza con el propósito de entender todos y cada uno de los detalles de la obra, ardua tarea teniendo en cuenta la cantidad de páginas que esta posee.
Además de la familia Jia, existen otras que también disfrutan de poder y riqueza como los Shi, los Xue o los Wang. Todas ellas están unidas por lazos ya sean de matrimonio o de sangre con los Jia, y es la relación entre estas lo que precipita a Bao-yu a un triángulo amoroso con sus dos primas Dai-yu y Xue Baochai (la chica con la que está obligado a casarse).
Es así como se nos cuenta una bonita historia de amor, teniendo como contexto el declive de las familias aristócratas de China así como las costumbres, rituales y pensamientos de la época. Por otra parte también podemos observar el fervor que muchos chinos tenían por el Confucianismo, que como todas las religiones y vías de pensamiento, crea conflictos entre la moral y el corazón.
¿Qué diferencia hay entre el concepto de amor chino y el occidental?
Para hablar de amor en una época tan alejada y en cultura tan diferente a la nuestra como es la china, hay que tener en cuenta que quizás el concepto de amor no sea el mismo o no se plantee de la misma manera, por eso también me gustaría destacar las principales diferencias que existen entre la visión romántica occidental a la que estamos acostumbrados y la visión oriental. Aunque al principio pueda parecer que existe un abismo entre las dos maneras de verlo, llegaremos a un punto en el que nos daremos cuenta que quizás sean más parecidos de lo que creemos.
Tenemos que tener en cuenta, por otra parte, que el confucianismo estaba muy presente en esos años y es obvio que influirá en la percepción del amor así como en casi todos los aspectos de la vida. Sabemos que la cultura occidental es individualista, así que el amor toma un papel principal en la sociedad y se establece una profunda relación entre matrimonio y amor, así como la libertad de elegir pareja. Sin embargo, la sociedad china, una sociedad mucho más colectivista ha tenido casi siempre al matrimonio y la pareja como un núcleo para mantener el equilibrio social, económico y político. Los matrimonios en China eran en su mayoría concertados, pensando en la conveniencia de la unión.

Conclusión
Ya que somos estudiantes de chino, no solo de la lengua sino también de la cultura os recomiendo que os adentréis en el mundo de Cao Xue-qin y que os leias la obra completa pues es necesaria para poder decir que conocemos esta cultura en profundidad. Puede que sea una lectura un poco árida porque hay muchos nombres y personajes pero es un retrato tan fiel y bonito de la cultura y emntalidad tradicional china que creo que merece la pena.
Marta Guerra S.
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