martes, 7 de abril de 2015

Li Qing Yun

¿Realidad o Ficción?

¿Qué pasaría si dijera que hubo un hombre que vivió alrededor de tres siglos? Si no fuera por la ciencia, uno creería que es cierto, es más yo lo creo, ¿por qué no podría darse un caso así en el mundo, aunque fuera solo uno? Sin más dilación contaré su historia.

Este hombre se llamaba Li Qing Yun (李清云). Hay discrepancias sobre el año en que nació porque él aseguraba haber nacido en 1736, pero un profesor de la Universidad de Chengdu, afirmaba que fue en 1677 en Sichuan, unos 59 años de diferencia, qué no son pocos. Además encontró en los registros Imperiales del Gobierno de China dos felicitaciones del 150 y 200 cumpleaños de Li, emitidas por el emperador.

La fecha de su muerte sí que se conoce con certeza, ya que fue en el siglo pasado, el 6 de mayo de 1933 en Sichuan de nuevo.

Supuestamente vivió unos 256 años y se dice que tuvo 23 esposas y 180 hijos.

Li, desde pequeño llevó una vida en soledad ya que se dedicaba a viajar por distintas regiones y recolectaba hierbas medicinales las cuales vendía e ingería, puesto que le mantenían más joven. Practicaba la Alquimia Interior que consistía en ingerir sustancias químicas y luego realizar una serie de ejercicios de relajación, respiración y meditación. Esta práctica llevó al envenenamiento de varios emperadores.

La alquimia en China estaba relacionada con el taoísmo y la medicina, en la que entraban las artes marciales y el Taichí. Los alquimistas chinos perseguían la piedra filosofal que en Europa era una sustancia química legendaria que podía convertir el plomo en oro o en plata, pero los chinos estaban más interesados en su papel como elixir de la vida, decían que la piedra era capaz de rejuvenecer e incluso conseguir la inmortalidad.

Li, vivía en el templo taoísta de Yu Qing, y dejó de dormir durante decádas para practicar el Bu Dao Dan, a través del cual canalizaba la energía por la noche, esto le ayudó a rejuvenecer y a fortalecerse.

La dieta que llevaba era arroz, ginseng, vino de arroz y una planta llamada Centella asiática, cuyas semillas tienen un alcaloide con efectos rejuvenecedores. La planta además puede tratar la hipertensión arterial, problemas en la piel e incluso úlceras.

En 1749 se marchó a Kai Xian y se alistó en el ejército teniendo 71 años. Allí fue instructor de artes marciales y fue táctico militar. Más tarde se retiró al Tíbet y siguió recolectando hierbas.

El general Yang Sen, que era amigo suyo, lo invitó a su palacio de Sichuan porque estaba realmente interesado en la longevidad de Li.
Foto de Li tomada en el palacio del general Yang Sen en 1927

El caso de su muerte es extraño, ya que parecía que él sabía que iba a morir. Un año antes, en 1932 regresó a su región natal, y aunque muchos dijeran que murió por causas naturales, él verdaderamente dijo: “Ya he hecho todo lo que tenía que hacer en este mundo, ahora me iré a casa.”

Pero ¿cómo pudo durar tanto tiempo?

El maestro Da Liu, discípulo suyo de Taichí reveló que Li conoció a un ermitaño en las montañas que supuestamente tenía 500 años y le enseñó Baguazhang, un arte marcial china caracterizado por que sus practicantes hacen un círculo imaginario e utilizan los pies y las manos para defenderse, y Qigong que combina una serie de ejercicios mentales, de respiración y físicos. Además Li realizó ejercicio físico todos los días durante 120 años.

En conclusión, creo que el ejercicio, las hierbas medicinales y su vida aislada en el campo hicieron aumentar su esperanza de vida el doble de lo que debería haber sido, pero aun así es un caso muy excepcional que no creo que volviera a producirse jamás. No sé si vivir tanto es un milagro o una maldición, en cualquier caso, invito a seguir este consejo de Li, que hará llevar una vida realmente saludable.

Mantén un corazón tranquilo,
siéntate como una tortuga,
camina alegre como una paloma,
y duerme como un perro.

Paloma N.

1 comentario:

  1. Sin registros es un poco difícil creerse esta información pero, en cualquier caso, resulta curioso como personaje histórico. ¡Gracias por compartir, Paloma!

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